Potaje de garbanzos con Kale

La noche anterior a la preparación del potaje, vamos a poner a remojo en agua los garbanzos.

Este paso es fundamental para asegurar que los garbanzos se hidraten adecuadamente antes de cocinarlos.

Al día siguiente, escurrimos el agua del remojo y en una olla a presión, ponemos agua a calentar (mejor que sea agua embotellada, si la del grifo es agua dura). Cuando esté caliente, añadimos los garbanzos, la cebolla, dos dientes de ajo, la hoja de laurel y la sal.

Cerramos la olla y cuando suba la presión, cocemos durante 30 minutos.

Mientras tanto, ponemos los huevos a cocer en un cazo con agua.

Una vez pasados los 30 minutos, abrimos la olla (con cuidado ya que debemos esperar que la presión haya bajado), retiramos la cebolla y los ajos.

Añadimos la kale y la patata troceadas, tapamos y dejamos hervir de 8 a 10 minutos.

En una sartén, ponemos unas dos cucharadas de aceite de oliva. En ella vamos a dorar el otro diente de ajo que habremos fileteado. Antes de que se dore, le añadimos el tomate que tendremos pelado y troceado. Cuando el tomate ya haya perdido todo el agua, añadimos el pimentón, removemos bien y añadimos el vino. Cocinamos hasta que se evapore.

Abrimos la olla y comprobamos que todo esté cocido.

Trituramos la cebolla y los ajos que hemos sacado antes de los garbanzos y se lo añadimos a los garbanzos.

Añadimos el sofrito y dejamos destapado para que hierva unos 5 minutos para que todo tome el sabor.

Si deseamos la salsa con más cuerpo, podemos añadirle un poco de harina de maíz. Para ello, cogemos un vaso pequeño con agua fría y una cucharada de harina, revolvemos bien y se lo añadimos en los últimos 5 minutos de cocción.