Lavar y secar muy bien las naranjas. Pelarlas, sin coger la parte blanca ya que es amarga. Cortar las pieles en juliana muy fina y reservar.
Pelar completamente las naranjas, retirando todas las partes blancas del exterior. Para hacer la mermelada es mejor que los gajos no tengan la membrana o al menos lo menos posible. Retirar todas las semillas.
Haced lo mismo con el limón.
En este momento ya se puede pesar la fruta limpia y sin pesar las pieles.
Poner todas los gajos picados en trozos pequeños y los introducimos en una olla junto con el azúcar, al menos media hora antes de ponerla al fuego, eso ayuda a que la fruta suelte jugo lo que ayuda a que el azúcar se disuelva mejor.
Para eliminar el amargor de las pieles, las tendremos que hervir dos veces en agua durante 5 minutos. Les damos un primer hervor y las escurrimos, las enjuagamos con agua fresca.
Las hervimos una segunda vez otros 5 minutos y volvemos a escurrirlas y las enjuagamos con agua fresca, y las ponemos a escurrir.
Ponemos al fuego la olla con la fruta y llevar a ebullición a fuego medio.
Para comprobar que la mermelada está lista, verteremos en un plato, una cucharada de mermelada, la dejamos enfriar. Con la cuchara trazamos un surco por el medio de la mermelada del plato , y si queda surco, está lista.
Otra forma es inclinando el plato y si vemos que casi no se mueve también la podemos dar por terminada.
Para conservar la mermelada durante un largo periodo de tiempo, primero esterilizaremos los tarros de cristal y sus tapas en agua hirviendo.
Rellenamos los tarros con la mermelada aún caliente y cerramos.
Colocar los tarros llenos y tapados en una olla grande, cubriremos con agua y lo llevamos a ebullición. Hervir durante 30 minutos. Retirar y dejar enfriar dentro del agua.
Si la mermelada es de consumo próximo, basta con llenar los tarros con la mermelada acabada de hacer y taparlos bien, vigilar que no os queméis, poniéndolos boca abajo dejando que se enfríen antes de guardarlos.
Una vez abiertos deben ser conservados en la nevera.